Si bien la tasa interanual de inflación se ha moderado en agosto de este año respecto al mes pasado (una disminución del 0.4% en comparación con julio, de acuerdo al INE), el Índice de Precios al Consumo (IPC) interanual se situó en agosto en el 10,4%. Este encarecimiento de la vida, unido a la inflación subyacente de un 6,4%, alcanzando niveles similares a los experimentados en 1993 (en plena resaca de la presentación al mundo de España), está tensando la economía nacional.
La cesta de la compra, el coste de la energía, el impacto de los carburantes en el precio de numerosos bienes y servicios o la escasez de suministros y materias primas están disminuyendo el poder adquisitivo y la capacidad de ahorro de familias y empresas. Todos estos factores, unidos a la creciente debilidad del euro frente al dólar está poniendo en serios apuros a la economía no sólo de España, también de la zona Euro, gran dependiente de la importación de commodities en dólares.
En este escenario, cada persona o entidad afectada busca resguardarse y tomar medidas que puedan minimizar su impacto o incluso verse beneficiados. Los distintos agentes económicos: familias, empresas y estado (además de los bancos, incluidos entre estos agentes por diversas teorías económicas) tienen distintas capacidades de actuación: ¿qué posiciones están adoptando cada uno de ellos para salvaguardar de la mejor manera posible la economía que cada uno gestiona?
Bancos, Gobiernos, Empresas y Familias
Los bancos, capaces de definir políticas económicas o trasladar las mismas al resto de agentes, están planteando medidas significativas para paliar esta situación. El Banco Central Europeo, en una reunión mantenida a primeros de septiembre, ha definido una subida de tipos de interés clave histórica de 75 puntos básicos. Con este movimiento con un efecto cascada que afecta por ejemplo a las hipotecas o los créditos al consumo, se busca impactar en el resto de agentes del modelo económico y frenar la escalada sin control de la economía imponiendo condiciones financieras más duras.
Por su parte, los distintos gobiernos plantean otras medidas extraordinarias tanto de ahorro para el estado, como de redistribución del esfuerzo impositivo. Destacan las medidas orientadas a establecer límites en el consumo energético, las ayudas a los carburantes, rebajas del IVA en determinados productos o el establecimiento de impuestos extraordinarios a grandes corporaciones. A pesar de ser medidas destinadas a aliviar temporalmente el impacto sobre el resto de agentes, se pone en duda el tiempo que se podrán mantener las mismas y el coste (a recuperar vía impuestos) que tendrán a medio plazo.
Las empresas, por el momento y con puntuales excepciones, trasladan parte del incremento de los costes a los productos y servicios, al mismo tiempo que no incrementan la retribución de sus empleados. No están ejerciendo por tanto la figura de colchón que atenúe el impacto de la situación actual en el resto de la economía. El gobierno les reclama un mayor compromiso y tensa las relaciones con las empresas.
Por último, las familias, ven cómo su poder adquisitivo sigue disminuyendo y sus ahorros pierden valor a medida que incrementa la inflación. Además de buscar la forma de contener el gasto mensual, muchos hogares buscan refugio en inversiones que permitan, de forma complementaria a los ingresos recurrentes del trabajo, mantener el valor de su capital.
Junto a viejos conocidos como las inversiones en bienes inmuebles, fondos de pensiones, fondos de inversión o compra de acciones en España u otros mercados (como el Nasdaq 100, buscando resguardo a la devaluación monetaria de la Eurozona), aparecen nuevas oportunidades, como las famosas criptomonedas, donde una especulación salvaje puede mover el mercado en cualquier sentido con una rapidez nunca vista. Esto, y de forma especialmente relevante a nivel de agente económico familia, hace que el riesgo asociado a estas inversiones crezca de forma exponencial y sea necesario tener especial cuidado en elegir la inversión que permita, al menos, mantener la posición de partida de cada familia.
Cabe recordar que tanto la formación como la información son clave en cualquier movimiento inversor. A mayor rentabilidad mayor riesgo y los cantos de sirena, intuiciones, rumores y corazonadas no deben sustituir en ningún caso al buen juicio, al análisis y al conocimiento de los productos detrás de un título. De lo contrario, un movimiento inversor se convertirá en una mera jugada contra el azar en el casino.