Historia de o ii parte 1984

Historia de o ii parte 1984

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James Pembroke, un poderoso industrial, se ha convertido en una molestia para sus rivales. Por eso han decidido neutralizarlo. Para ello recurren a O, que ha pasado de víctima a dominatriz. Su misión es comprometer no sólo a James en persona, sino también a toda su familia. Y a decir verdad, O no encuentra mucha resistencia en su camino…
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1984 historia y análisis en 9 min (con subtítulos)

En colaboración con el Gruppo Sugar, Music Box Records presenta el estreno en CD de la partitura completa del clásico erótico The Story of O – Part 2 (Histoire d’O, numéro 2, 1984) de Stanley Myers con música adicional de Hans Zimmer.
En colaboración con el Gruppo Sugar, Music Box Records presenta el estreno en CD de la partitura completa del clásico erótico The Story of O – Part 2 (Histoire d’O, numéro 2, 1984) de Stanley Myers con música adicional de Hans Zimmer.
La secuela del clásico erótico Histoire d’O (publicado anteriormente por Music Box Records) tomó una dirección diferente a la de su predecesor. Dirigida por Éric Rochat, la secuela está protagonizada por Sandra Wey en el papel de O, ahora más promiscua sexualmente, a la que se le encomienda causar estragos en la familia de un rico industrial. La corrupción y la traición facilitan su tarea.
La partitura híbrida de pop melódico de Stanley Myers se organiza en torno a un tema musical y sus diversas variaciones. Tres de las pistas se atribuyen al asistente de Myers en ese momento, Hans Zimmer. La edición original en LP presentaba mezclas completamente diferentes de las pistas, siendo las pistas de Zimmer las que presentaban los cambios más evidentes. La edición de 2 CD presenta el programa original del LP en el disco 1, con la versión cinematográfica de las pistas en orden cronológico en el disco 2. La presente edición en 2 CD ha sido cuidadosamente restaurada y remasterizada por Christophe Hénault a partir de la cinta maestra original del LP y de los elementos de la sesión de grabación.

1984 | libro 1 | capítulo 1 resumen y análisis | george

Artículo 1 1. A los efectos de la presente Convención, se entenderá por «tortura» todo acto por el cual se inflijan intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia. No se incluyen los dolores o sufrimientos que se deriven únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o incidentales a las mismas. 2. El presente artículo se entiende sin perjuicio de cualquier instrumento internacional o legislación nacional que contenga o pueda contener disposiciones de aplicación más amplia.
Artículo 2 1. 1. Todo Estado Parte adoptará medidas legislativas, administrativas, judiciales o de otra índole eficaces para impedir los actos de tortura en cualquier territorio bajo su jurisdicción. 2. No podrá invocarse circunstancia excepcional alguna, ya sea estado de guerra o amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra emergencia pública, como justificación de la tortura. 3. 3. No podrá invocarse como justificación de la tortura la orden de un funcionario superior o de una autoridad pública.

1984 de george orwell, parte 1: curso intensivo de literatura 401

Era un brillante y frío día de abril, y los relojes marcaban las trece horas. Winston Smith, con la barbilla hundida en el pecho en un esfuerzo por escapar del vil viento, se deslizó rápidamente a través de las puertas de cristal de las Mansiones Victoria, aunque no lo suficientemente rápido como para evitar que un remolino de polvo arenoso entrara con él.
El pasillo olía a coles hervidas y a viejas esteras de trapo. En uno de los extremos había un póster de colores, demasiado grande para ser exhibido en interiores, clavado en la pared. Representaba simplemente un rostro enorme, de más de un metro de ancho: el rostro de un hombre de unos cuarenta y cinco años, con un grueso bigote negro y rasgos escabrosos. Winston se dirigió a las escaleras. Era inútil probar el ascensor. Incluso en las mejores épocas rara vez funcionaba, y en ese momento la corriente eléctrica estaba cortada durante el día. Era parte de la campaña de ahorro para preparar la Semana del Odio. El piso estaba a siete pisos de altura, y Winston, que tenía treinta y nueve años y una úlcera varicosa por encima del tobillo derecho, subió despacio, descansando varias veces por el camino. En cada rellano, frente al hueco del ascensor, el póster con la cara enorme miraba desde la pared. Era uno de esos cuadros tan artificiosos que los ojos te siguen cuando te mueves. EL GRAN HERMANO TE ESTÁ OBSERVANDO, decía la leyenda que había debajo.